25.3.08

El camino del hombre



Nuestro sendero vital se engarza con el de las estrellas. Tanto nosotros como ellas partimos de un único punto de energía, en el primer instante de la eternidad. Tomamos forma a partir de la creación sideral, y nuestra conciencia acabó por prender, por fin, en el espacio casi sin sustancia. A muchos eones vista, el destino es el mismo origen; fusionarnos con la materia y la imaginación del Cosmos. Somos los descendientes de las estrellas, pero ¿cuántos de los hombres se atreven a brillar con luz propia? Muchos de los que nos rodean prefieren hacerlo con luz opaca, existiendo como simples reflejos inútiles de portentosos fuegos ajenos. Si procedemos, en efecto, de lo alto, de lo más alto y glorioso que jamás haya existido, hay que honrar a nuestros ancestros, y nada mejor para hacerlo que resplandecer por nosotros mismos.

(Publicado en El Hermitaño el 21 de octubre de 2007)

7.3.08

Tierra y Luna



Sensacional perspectiva de la pareja de mundos más entrañable para la especie humana (con el permiso del Sol, naturalmente). Es casi un milagro observar cómo todo un planeta, con su vida e historia, puede ser visto como algo tan exiguo en la oscuridad del espacio. ¿Quiénes creemos que somos, con nuestra arrogancia y chauvinismo, si en realidad todo lo nuestro, todo aquello que nos ha sucedido como especie, puede encapsularse dentro de esa esfera azul y blanca, apenas formada por unos puntos de luz?

El Universo sirve para mucho; sobretodo, para destacar que el orgullo y la insolencia de los humanos, la creencia de que somos algo muy grande, es vana, ingenua y falsa. Somos importantes de puertas adentro, pero al salir al Cosmos, perdemos casi toda relevancia. La lección de humildad es devastadora, pero el escarnio es justo, y real.