"Si viéramos realmente el Universo, tal vez lo entenderíamos"
Jorge Luis Borges (1899-1986), escritor argentino.
17.2.07
11.2.07
Una maravilla de mundo

Cada día me gusta más el mundo donde vivo. Sus montañas, sus bosques, la frescura del amanecer, el colorido del ocaso, esa percepción de que es eterno, inmutable, que aunque sus moradores más perversos desaparezcamos él seguirá existiendo, ajeno a toda guerra, peste, problema o desafío. La Naturaleza, la Madre, se mantiene viva pese a nuestros intentos de mancillarla, violarla y extraer de ella todo su fruto, al precio que sea.
El mundo es precioso, pero no lo es la gente que él mora. Al menos, no toda la gente lo es. No respetan, no cuidan, no miman a este mundo frágil y delicado, no lo llenan de besos y de abrazos, como debería ser. En cambio, se dedican a devorarlo, a arrancarle su esencia, su ser, y casi siempre acaban satisfechos cuando lo consiguen. Han hecho bien su trabajo.

Pero este mundo es un don, un regalo de Dios; no digo esto por mi inclinación religiosa, de la que carezco por completo, sino tras contemplar los otros mundos cercanos; tienen su propia belleza, por supuesto, pero están lejos de la variedad de color, texturas y ambientes de que disfruta la Tierra. Me repito, pero es un hecho: nada hay en el Sistema Solar, y es un espacio muy ancho, que se asemeje ni remotamente a la belleza de nuestro mundo; ni Marte, ni la Luna, ni los planetas gigantes, ni un cometa, ni por supuesto las rocas vagabundas que son los asteriodes.
Así que este planeta debería ser cuidado con esmero, respetado con ahínco, y sobretodo, amado con devoción; no se trata de un simple cuerpo rocoso formado por agua y piedras, es nuestra morada, el lugar que ha dado cobijo, alimento, y sueños para todo ser humano que en ella ha vivido. Debemos a la Tierra nuestro ser, y se merece un esfuerzo por parte de quienes más daño le están haciendo. Amemos a la Tierra, porque por muy rápido que avancemos en la carrera espacial, va a seguir siendo nuestro hogar. Y un hogar que no se ama es un hogar destinado a desaparecer.
He aquí un pequeño pedazo de este mundo; el lugar donde vive un hermitaño:

(Post publicado el 14 de octubre de 2005 en El hermitaño)
Etiquetas:
Entradas antiguas ('El Hermitaño'),
Planetas,
Tierra-Luna
3.2.07
Galaxias, estrellas y el infinito.

Hoy traigo a esta morada blogera una imagen sugestiva; muestra no una región concreta del cielo... sino todo el cielo. Es una representación real de un millón de galaxias situadas allende la nuestra. Cada punto de la imagen, apenas distinguible, constituye una galaxia por derecho propio, un sistema galáctico como el nuestro o mayor aún. Si contásemos las galaxias a razón de una por segundo tardaríamos once días en terminar. Y, ojo, en la imagen están las galaxias más brillantes solamente. En el Universo conocido puede haber algo así como 100.000 veces más galaxias de las aquí mostradas, como mínimo.
100.000 millones de galaxias... y resulta que 100.000 millones de estrellas componen por término medio cada una de esas galaxias. ¿Multiplicamos? Bien, 100.000 millones por 100.000 millones da 10.000.000.000.000.000.000.000 estrellas. ¿Mareo? ¿Sí verdad? Vale, lo diré de otro modo: 10.000 cuatrillones de estrellas. ¿Seguíis mareados? Para que os hagáis una idea más clara: si contáramos una cada segundo, tardaríamos mucho más (pero mucho mucho más) que el tiempo de vida estimado para el propio Universo. O sea, al morir aún estaríamos realmente empezando a contar... .
O sea, y para resumir, que quien mire la imagen estará siendo testigo de una cantidad de espacio, tiempo y materia que excede (y excederá) nuestra comprensión cabal de este Cosmos, enorme y grandioso, en el que vivimos. Estamos viendo en realidad mucho más de lo que podamos contar, mucho más de lo que podemos medir, y mucho más de lo que podemos entender. Pero ahí está él, el Universo, indiferente ante nuestro aturdimiento.
"Hay más estrellas en el Cosmos que granos de arena en todas las playas de la Tierra" decía el bueno de Carl Sagan. ¿Entendéis ahora mejor cuál es nuestro lugar en el Universo? Uno de esos granos de arena es nuestro sol. Sólo uno. Sed conscientes, por tanto, de todo lo que nos espera allá afuera.
(Publicado en El Hermitaño el 28 de junio de 2005)
Etiquetas:
Entradas antiguas ('El Hermitaño'),
Nebulosas,
Varios
17.1.07
Una rosa cósmica


Situada en la galaxia M33, a unos 2,6 millones de años luz (el vecindario galáctico, como quien dice) este enorme rosa repleta de estrellas es una especie de criadero estelar, en el que las estrellas, rodeadas de jirones de gas, inician su recorrido por la galaxia. La mayoría son astros gigantescos, muy masivos, que explotarán en forma de supernova dentro de poco tiempo (unos cuantos millones de años, un suspiro para el Cosmos). Esas explosiones lanzarán al espacio todo el material que antaño creaba esas estrellas masivas, pero no será materia desperdiciada; al contrario, será aprovechada por otras nubes de gas para enriquecerse y poder formar planetas.
De modo que esta rosa gigantesca será la responsable de un paso extraordinariamente valioso y trascendental para la evolución del Cosmos; la transformación de simples átomos de hidrógeno y helio desperdigados en astros de luz propia y futuro prometedor. Después del nacimiento de las estrellas llegan los planetas; más tarde, quizá, la vida y, de manera improbable pero no imposible, tal vez la inteligencia, en última instancia.
Y todo surge gracias a rosas como esta... .
(Post publicado en "El Hermitaño" el 11-5-2005)
Etiquetas:
Entradas antiguas ('El Hermitaño'),
Estrellas
10.12.06
Donde nacerán los gigantes

Gas y polvo cósmico se unen en IC 1396, nebulosa de emisión en la constelación de Cefeo, para formar posiblemente astros masivos que nacerán dentro de algunos millones de años.
Esta nebulosa es dificil de ver porque es bastante extensa y su brillo queda difuminado, pero en lugares oscuros, donde la polución atmosférica es menor, cabe la posibilidad incluso de poder verse con prismáticos.
El color rojo intenso es debido al brillo del gas hidrógeno excitado, y la imagen abarca 20 años luz de extremo a extremo. IC 1396, a 2.000 años luz de distancia, es conocida como "nebulosa Granate", por motivos bastante evidentes. Las columnas de gas, a modo de manchas de tinta, quizá conserven en su interior protoestrellas, aún bebés estelares, que poco a poco irán desplazándose de un lugar a otro del Cosmos, inciando así su recorrido por el espacio interestelar. Hace 5.000 millones de años, quizá nuestro Sol se forjó en nubes de gas similares.
Es decir, quizá entre esos jirones de gas haya la semilla de una futura civilización inteligente. Y todo nace por una simple combinación de materia gaseosa. ¿Alguien se ha parado a pensar en la grandeza de este hecho?
(Publicado en El Hermitaño el 30 de septiembre de 2005)
Etiquetas:
Entradas antiguas ('El Hermitaño'),
Nebulosas
23.11.06
Insignificante Tierra

Puede parecer una foto no demasiado espectacular, y ciertamente no lo es, pero quedáos con esto: muestra la Luna y la Tierra desde casi 30 millones de distancia. Y hace tan sólo medio siglo, más o menos cuando fue lanzado el Sputnik que todos recordaréis (aquella especie de balón metálico con patas), esta imagen estaba más allá de la capacidad humana. Hace sólo medio siglo, amigos. Ahora la vemos y pensamos: "Vale, la Luna y la Tierra, muy tierna la foto, sí", y ya está. Pues no, no debería estar, cada vez que el ser humano abandona este mundo y lo ve desde afuera (ya sea mediante sondas espaciales o en los viajes humanos en el transbordador) la Tierra adquiere (o debería adquirir) un nuevo significado.
Vemos la foto y nos damos cuenta de que todo lo nuestro, absolutamente todo, ha tenido lugar en ese pequeña esfera de luz. Guerras, pestes y amores, leyendas y descubrimientos, todo lo que ha motivado y cautivado al ser humano ha sido vivido entre los límites de ese planeta que, desde el espacio, parece tan poco priviliegiado e importante. Me gustaría que este tipo de nuevas perspectivas ofrecidas gracias a los avances científicos y tecnológicos fueran el impulso para una mejor protección del planeta, para una mayor compenetración entre culturas y pueblos y sobretodo, para que estimulara a quienes están en el poder a abandonar posturas patrioteras y chauvinistas, ya que, desde el espacio, igual de insignificante es el país de las barras y estrellas como el diminuto Nauru. Y si no, ¿alguien distingue algún país en la foto? Yo solo veo uno, el de la Humanidad.
(Post publicado el 11 de junio de 2005 en El Hermitaño)
17.11.06
Leónidas en el 2006
Este año nos visitan de nuevo los fragmentos del cometa Tempel - Tuttle. A partir de hoy día 17, y sobretodo el próximo domingo (5:45 de la madrugada para el máximo, según las previsiones) podremos ver qué da de si esta lluvia meteórica. Los niveles del máximo son bastante respetables (150 meteoros a la hora es una buena media), de modo que cabe la posibilidad de que se vea algo de cierto nivel.
Para quienes (si es que alguien merodea por estos espacios... ) tengan interés en la lluvia de una forma más lúdica, más personal, puede echar un vistazo a los posts sobre el tema que se han publicado en muchos blogs aquí; para quienes prefieran datos más fríos pueden ver las siguientes páginas:
http://astrosurf.com/somyce/leonidas_2006.html,
http://www.astroenlazador.com/article.php3?id_article=485
aunque sólo con escribiendo "Leónidas 2006" en el Google, ya aparecen un montón de direcciones útiles.

Mucha Suerte en la búsqueda de las lágrimas cósmicas de otoño... .
Para quienes (si es que alguien merodea por estos espacios... ) tengan interés en la lluvia de una forma más lúdica, más personal, puede echar un vistazo a los posts sobre el tema que se han publicado en muchos blogs aquí; para quienes prefieran datos más fríos pueden ver las siguientes páginas:
http://astrosurf.com/somyce/leonidas_2006.html,
http://www.astroenlazador.com/article.php3?id_article=485
aunque sólo con escribiendo "Leónidas 2006" en el Google, ya aparecen un montón de direcciones útiles.

Mucha Suerte en la búsqueda de las lágrimas cósmicas de otoño... .
14.11.06
Humanos, Cosmos y exploración

Qué inmenso el Cosmos, y qué vanamente nos erigimos en patrones de él, como superiores a la materia, como dueños y señores de la Tierra y del espacio exterior que aún nos aguarda. Mirar las estrellas no sólo es un ejercicio intelectual o espiritual (o ambos), sino también una manera de hacernos a nosotros mismos más humanos, más cercanos al gas y polvo del Universo. No hay que denigrar la materia como algo pueril o insignificante; lo verdaderamente insignificante es nuestra propia esencia, comparada con el enorme espacio y tiempo que dota de vida al Cosmos.
Pero, en nuestra insignificancia, somos los mejores. Compuesto de tan solo un cuerpo y una mente (o cerebro, o espíritu, según cada cuál), el ser humano ha superado todas las barreras físicas posibles y ha abierto horizontes extraordinarios. Hay en proyecto hoy en día la posibilidad de volver a la Luna, no con sondas espaciales, sino nosotros mismos, de forma que constituyamos allí nuestra próxima morada, en pos de estancias más prolongadas y profundas en otros mundos menos desfavorables. En cuanto sea, por así decirlo, tan fácil ir a la Luna o Marte como hacer un viaje al campo, entonces habremos puesto la primera piedra para la siguiente fase en la exploración humana del Cosmos.
No obstante, ante todo debemos respeto al Cosmos, porque de él procedemos todos. Hay que cuidar y mimar el espacio exterior, mucho (pero mucho mucho) mejor de lo que hemos cuidado y mimado a la Tierra. Precisamente por tratarse de la etapa más primitiva de exploración del hombre y la mujer, la Tierra ha sufrido (y sigue sufriendo) nuestro desprecio e indiferencia, pero viajar por el Cosmos es hacerlo en tierras desconocidas y que, quizá, ya estén colonizadas y explotadas (no sabemos si mejor o peor) por otras civilizaciones. La Tierra era nuestra, desde que llegamos a ella lo supimos; pese a tratar con descortesía a los demás miembros vivos del planeta, nada nos puso objecciones para tratar a nuestro mundo como nos viniera en gana. Cuando salgamos al Cosmos, las cosas (esperemos) serán diferentes. No es que haya policias y guardias estelares dispuestos a multarnos si hacemos mal las cosas, sino que, por nuestro propia decisión y por el reto que ello supone, la exploración del espacio debe siempre ir precedida por la consideración hacia toda estrella, planeta, peñasco rocoso o brizna de hierba planetaria que hallemos, allá donde estemos.
Vamos a vivir, en los próximos decenios y en los siglos por llegar, la aventura más apasionante jamás acontecida; algunos de nosotros podremos ser testigos del regreso humano al espacio, separado por fin de visiones patrióticas trasnochadas y de arrogantes, viciosos e idiotas chauvinismos. Nuestros descendientes, por su parte, tal vez tengan la exclusiva de vivir el momento de explorar otros sistemas estelares, hallar planetas con vida o, en el paroxismo de la gloria, contactar con una civilización extraterrestre.
Y todo, quizá, a unos pocos años o décadas de distancia. El Universo, y nuestra búsqueda de su saber (siempre parcial, temporal y primitiva...), es hoy más estimulante que nunca.
3.11.06
Recuerdos de infancia

Vagar por el Universo sin rumbo fijo es pura aventura. Recuerdo mi infancia cuando, buscando con ahínco la aparición de OVNi's, empezé a aprender las constelaciones, casi sin querer. Pero no eran las constelaciones verdaderas, sino las creadas por mí mismo; reconocía triángulos, formas más o menos rectangulares, agrupaciones de estrellas, líneas convergentes, etc. No era dificil, por aquel entonces, porque la imaginación infantil es propensa a inventar por sí misma.
Después vi en un libro sobre el cielo cuáles eran las constelaciones que, desde hacía milenios, la gente había ido imaginando. Y resultó que, en algunos pocos casos, eran similares a las que yo había "descubierto". Entonces entendí (mejor dicho, no lo entendí en absoluto, pero creo que algo sí llegué a intuir, al menos muy superficialmente), que aunque el cosmos se nos refleje a cada uno de formas distintas, en nuestra mente subyacen patrones comunes, sin importar la época, la cultura o nuestra voluntad. Sentimos dentro de nosotros al universo, no como algo externo, sino como parte de nuestra propia esencia.
Como la nebulosa, fantasmagórica, que hoy mostramos (SH 2 136), la vida está llena de luces y sombras, de momentos vagos, indefinidos, que uno apenas recuerda, y de brillantes evocaciones, que nos hacen felices y estimulan cada vez que las rememoramos. Aquellos momentos en que miraba el cielo a la espera de contactar con hombrecitos verdes y naves capaces de superar la velocidad de la luz, mientras tiritaba de frío y anhelaba el confort de mi cama, se han convertido, con el tiempo, en esos intantes que uno conserva como los que marcaron el inicio de tu propia persona, que te han guiado, casi sin saberlo, hasta ser lo que hoy eres. Sin el Cosmos, sin haberlo explorado, de esa forma primeriza e ingenua, no estaría escribiendo esto (obvio, por otra parte), ya que, sin el Cosmos, tal vez no hubiese sobrevivido.
El Cosmos, sí, me salvó.
28.10.06
Destellos en el horizonte

La luz palpita en todos los rincones del Universo; en la Tierra, gracias a nuestra transparente atmósfera, podemos ser testigos del resplandor que baña nuestra morada cósmica. Echando un vistazo al cielo percibimos la importancia de la luz: luz quieta y estable de planetas hermanos al nuestro; luz vibrante e insegura de astros lejanos, hermanos a su vez del Sol; relámpagos esporádicos y esplendorosos, que iluminan el firmamento por un instante y se desvanecen, tímidos, entre la oscuridad de la noche; cortinas luminosas de colores, como la de la imagen, producto de reacciones químicas entre partículas solares y terrestres; y muchas otras formas de luz que nos informan y aportan saber sobre el Cosmos.
Sin luz no existiríamos, no seríamos más que materia inerte en un Universo opaco, triste y jamás observado. La luz del Sol, en poderosas ráfagas ultravioletas, estimuló las aguas poco profundas de los mares terrestre primitivos, creando moléculas orgánicas a partir de las cuales la vida entraría en la escena planetaria poco tiempo después. Hoy, de nuevo, sin la luz del Sol la biología en la Tierra se marchitaría, desapareciendo y quedando tan sólo restos materiales a la deriva.
La luz, tanto si es visible o no, ha dado forma al Cosmos, Cosmos que vemos gracias a la luz, y cuya luz es la responsable de nuestra presencia en el Cosmos. Es decir, la luz enlaza la materia, la vida y la consciencia.
Es el único nexo total en el Universo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)